Es un población de aproximadamente 37.000 habitantes cuyo
futuro se quedo estancado, la mayoría de sus pobladores son pobres , han sido
víctimas de los engaños y falsas promesas de los politiqueros gobernantes de
turno como suele pasar en muchas poblaciones y ciudades de nuestro hermoso
país. Sobrevive gracias que a lo que les genera la agricultura pues la
ganadería, la pesca y la minería siempre han sido decadentes a pesar que es
bañada por numerosos ríos, arroyos y quebradas ; cosa irónica porque desde su
fundación nunca ha tenido acueducto gracias a la falta de gestión de sus
gobernantes y por ende nadie sabe allí lo que es bañarse bajo la regadera o la
comodidad de una llave que suministre el preciado liquido La pobreza de este
municipio contrasta con la alegría que generalmente habita en sus pobladores
pues si habrá algo digno de admirar del costeño es como se puede ser feliz en
medio de la adversidad, una felicidad que en ocasiones puede ser peligrosa.
De allí salió a los 8 años su representante mas ilustre,
aquel que se inspiró en tantas falencias, aquel que logro grabar todas esas
imágenes, personas y lugares para inmortalizarles en sus novelas mundialmente
conocidas, aquel que la sociedad acusa de indiferencia por haberse mantenido
lejos de su tierra pero fue la misma sociedad de los 80s quien le acusó de ser
guerrillero solo por pensar diferente (en Colombia es casi un delito) y esa
fue la razón para exiliarse del país. A partir de allí sus apariciones en la
vida social colombiana fueron esporádicas y el pueblo que le inspiró pasó a la
historia cuando cientos de veces el mismo Nobel sugirió cambiarle el nombre
pero pudo mas la burocracia y el orgullo. Tal vez es por eso que Aracataca a
pesar de ser la cuna de Gabo sigue siendo un pueblo olvidado pese a que cada
vez que el nobel era noticia, sus calles destapadas se llenaban de periodistas
que tan solo buscaban una chiva, una expresión, una manifestación alegórica de
un parroquiano cualquiera pero jamás para
darle a conocer al mundo que Macondo existe y que Gabriel García Márquez jamás olvidó.
Foto de un sitio turístico en Oaxaca (Mexico)