Taciturno, a punto del suicidio
Un sujeto maldecía su suerte a gritos
Su cuerpo acariciaba las alturas
Mientras se reprochaba a si mismo
Sus batallas, casi todas perdidas
Sus desamores… ya infinitos
Heme aquí, exclamaba el desdichado
Mi vida pende de un hilo
Soy el amo de mi infortunio
El verdugo de mi destino
Soy la voz que pronto cesará
Para gloria de mis enemigos
Recorrió con frialdad las caras
Ninguna le era conocida
Nadie lloraría su destino
Nadie oraría por su alma
Arrepentido se aferró a la ventana
Y pidió al cielo perdonar su falta.
Pero la muerte no perdona
Los negocios ya pactados
Soplo con fuerza demencial
A tal punto que logro arrojarlo
Mientras aquel hombre se aferraba
A la vida agitando sus brazos
Lo que segundos antes maldecía
Añoraba cual tesoro más preciado
Cayó, murió y nadie vino a llorarlo
Hoy su cuerpo reposa en lozas frías
Mientras un hogar le está esperando
hoy es un alma solitaria, perdida.
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