Vivimos un año
agridulce, de la alegría a la zozobra, de la esperanza al desconcierto y un
solo protagonista, Colombia y mil preguntas que retumban en nuestras
mentes comenzando por la más acertada ¿qué carajos nos está pasando?, ¿por qué
éste maravilloso país de tierras fértiles, de su majestuosidad ,de la
biodiversidad y el 90 % de la población buena , dicharachera y querendona ,
donde aprendimos a burlarnos hasta de nuestros propios defectos y
enfrentar las adversidades, se desmorona ante la cobardía de quien se esconde
bajo las faldas de la violencia?.
Gritábamos eufóricos los goles de nuestra selección y la posible
clasificación al mundial, nos encumbrábamos en lo más alto de la cima con
nuestros valientes ciclistas en tierras europeas y orgullosos tomamos sus
victorias como si fuéramos parte de sus equipos porque así somos los
colombianos acompañamos a nuestros embajadores bien sea deportistas, artistas o
simplemente alguien que saque la cara por nosotros, para que por fin entiendan
que aquí también hay talento y berraquera. Pero parece que el destino de este
país estuviera marcado por el caos; es como si el éxito y la desdicha caminaran
tomados de la mano y se pasaran el balón constantemente, bien lo dice alguna
canción por ahí que la felicidad no existe tan solo momentos felices, tengo la
firme convicción y pese a que es cierto, que los momentos felices pueden ser
mas y las agonías casi imperceptibles ¿Por qué carajo tenemos que vivir
lamentándonos de las atrocidades que ese 5% tiene a Colombia
hundida en la desgracia?
las noticias trágicas que los noticieros convierten
en espectáculos, los fraudes millonarios de los mismos
funcionarios públicos, el desplazamiento, los falsos positivos, el
matoneo, entre tantas otras; transforman nuestros rostros, obviamente
no son las únicas que nos aquejan pero si las más preocupantes por su magnitud
gracias al negocio de la televisión, una danza macabra de millones que solo le
interesa el rating por encima del dolor humano y las noticias de última hora
que te recuerdan el descaro oportunista de quienes dicen llamarse
comunicadores. La cultura de la violencia nos invadió, llego para quedarse y es
más fuerte que cualquier sentimiento, la insensibilidad está de moda, el
descaro comulga y se persigna cual parroquiano creyente y las altas
sociedades se debilitan cayendo en la ignominia gracias a sus malas
acciones, dejando la herida abierta y el rostro de la vergüenza dibujado en el
espejo. ¿Por qué seguir soportando la impunidad, la corrupción y la ineficacia
de ese otro 5% restante que jacta de sus pilatunas y se ríe de sus incrédulos
votantes?
Todo esto me lleva a pensar que hay que tomar el toro por los cuernos, la
educación debe reevaluarse y sin dejar de lado los nuevos retos de la ciencia,
la informática y por supuesto los avances tecnológicos, retomar ciertas cosas
que extrañamos de un pasado que 30 años atrás formaba seres menos peligrosos,
con metodologías que pretendían formar seres humanos, auténticos, sensibles
ante el dolor y preocupados por el futuro de este país que hoy francamente, no
es el ideal. las políticas del banco Mundial , Las pruebas del ICFES,
PISA y otras tantas, han motivado a los gobiernos a replantear sus proyectos
haciendo énfasis en lo cognitivo pero dejando de lado lo socio-afectivo, la
ética y el arte , bombardeando con cientos de pruebas, guías
y exámenes obsoletos en aras de crear jóvenes superdotados pero algunos
carentes de valores, máquinas que puedan demostrar que todo marcha bien y así
seguir ocultando los errores de una sociedad dominante y arribista que por
mucho tiempo ha manejado los hilos del país a su antojo bajo la complacencia de
sus benefactores “los ilustres” padres de la patria.
Si las leyes fueran
objetivas y justas, si los medios fueran mesurados no oportunistas, si la
televisión que ven nuestros hijos fuera de calidad y no basura (narco-novelas,
series violentas, etc.) si la música de moda tuviera influencia positiva,
si el cine fuera controlado (recordando que las películas violentas son éxitos
de taquilla); tal vez muchas de esa personas que hoy protagonizan ese 10 % en
cuestión no estarían fabricando bombas, sembrando el terror, recibiendo la
“tajadita”, comprando y vendiendo votos, sembrando minas, secuestrando y
asesinando, cuadrando falsos positivos, evitando escándalos ,robando billones
,tal vez estarían luchando por ese país que merecen nuestros hijos y les medios
nacionales y extranjeros no tendrían mas remedio que mostrar la cara
dulce, amable y positiva de Colombia ,un país tan
espectacular que puede renacer de las cenizas.
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