jueves, 5 de marzo de 2015

¿USTED NO SABE QUIÉN SOY YO?

Por ahí circula una carta de la esposa  de uno  los agentes involucrados en el bochornoso incidente que ocurrió con  un tal Nicolás Gaviria. La carta muy bien redactada, explica con lujo de detalles lo que significó esa ofensa para la señora y su familia. La gente sin dudarlo un instante compartió esta carta haciéndola tan viral como el mismo vídeo del incidente, tal vez como una muestra solidaria ante lo que se considera una humillación más cuando esta trasciende y es conocida por todo un país.

Dejando de lado al “señor “Gaviria  (no vale la pena  gastar renglones en un don nadie), sería bueno aclararle a esta aguerrida mujer que esto es el resultado de la problemática social que de momento  se ha salido de las manos y que tal vez  la misma ley es tan culpable como quien se atreve a desafiarla, burlarla e incluso humillarla. Sería bueno  leer otro tipo de cartas; esas que tal vez jamás leeremos  simplemente porque quien debe escribirlas no sabe hacerlo o tal vez  no se atreve a redactarla.
Me refiero a las cientos de mujeres de campesinos, indígenas, desplazados  , obreros, empleados, estudiantes  y asalariados que han visto llegar a sus esposos y padres abatidos, destrozados , con la moral por el piso, heridos en su poco orgullo porque agentes  del  “orden”  los golpearon, los insultaron, les lanzaron gases lacrimógenos, les dispararon balines, balas de salva que por la cercanía son letales, chorros de agua que por su fuerza también hacen daño y no faltan las heridas graves causadas por sus garrotes, se sienten como  Robocops , Terminators .  En conclusión son agentes del desorden. Qué lástima por ese puñado de policías buenos, aquellos que hacen bien su labor, que son generosos y serviciales porque sus actos se ven opacados por quienes inspiran miedo en vez de  respeto.

Tal vez seguiremos esperando esas cartas, mientras tanto seguiremos siendo testigos en primera fila de como la anarquía sigue reinando en aquellos que tienen  dinero y poder incluso para burlar las leyes.  Mientras el ciudadano común, aquel que aprendió que las reglas son para cumplirlas es sometido de manera salvaje sin contemplaciones, el mismo que recibe implacable el peso de una justicia desmesurada, inquisidora.  Ahora viene lo más preocupante;  el presidente Santos ordenó que cada vez que alguien pregunte a sus agentes: - ¿Usted sabe quién soy yo? , Sea inmediatamente llevado a la estación más cercana para que se lo recuerden. Con todos los pormenores antes mencionados  habrá que preguntarse… Si es un pobre parroquiano, ¿Cómo harán para averiguarlo?


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